Durante los días 7 y 8 de mayo de 2021, Colombia vivió una de las páginas más oscuras del estallido social. En las calles no sólo hubo gritos de esperanza y resistencia: también hubo fuego cruzado, represión sistemática, desapariciones, violaciones, ejecuciones extrajudiciales y una maquinaria institucional orientada a sofocar la dignidad del pueblo que se atrevió a decir “basta”. Esta Bitácora del Horror no pretende ser una cronología neutra, sino una denuncia viva: un clamor de justicia ante la impunidad que persiste y la urgencia de que una Comisión de Esclarecimiento Popular, Independiente y Feminista reconstruya, con las voces de las víctimas, la verdad que el Estado sigue ocultando.
7 de mayo de 2021 – Bogotá: La tanqueta que le robó la vida a Dylan
Eran las 11:45 de la noche y el asfalto de la Primero de Mayo aún olía a pólvora. Dylan Fabriany Barbosa León, reportero de KallesKapital, músico de la agrupación Masai Ban Go, se movía entre el gentío con su cámara como lanza. Unas horas antes había subido un video a Instagram: la voz vibrante del pueblo marchando. Lo siguiente fue el silencio.
Una tanqueta de la fuerza pública lo arrolló. Así lo dijo la Red Popular de Derechos Humanos. El IDIPRON prefirió llamarlo “siniestro vial”. Su familia no tragó entero. Dylan no era un accidente. Era un objetivo. Su delito fue estar con los de abajo, contar lo que los grandes medios callan, cantar la rabia que otros solo mascullan. Lo mató el Estado. Le pasó por encima con metal, con impunidad, con olvido.
7 de mayo de 2021 – Pereira: Héctor Fabio y la bala que quebró a su madre
Héctor Fabio Morales Henao no tenía uniforme ni escudo. Tenía 24 años, un título del SENA y un trabajo como vigilante. Esa noche había acompañado a su madre, Yolanda Henao, al municipio de Dosquebradas. Yolanda, lideresa del Consejo Consultivo de Mujeres, lo crió con principios y con coraje. Lo crió para que ayudara.
Cerca del Parque Olaya, cuando regresaba, una ráfaga lo detuvo. Un proyectil se le metió en el cráneo. Cayó mientras prestaba primeros auxilios a manifestantes. El Espectador citó el parte médico. Yolanda señaló al alcalde Carlos Maya responsable de la muerte de su hijo.
7 de mayo de 2021 – Cali: La noche en que los paramilitares volvieron con camionetas
No fue represión. Fue operación. Coordinada, brutal, silenciosa. En Cali, la ciudad que ya sangraba, la violencia se refinó. En La Luna, Junín, Paso del Comercio, Portada al Mar y otros puntos, hombres de civil dispararon desde camionetas. No llevaban uniforme, pero tenían licencia para matar.
La Guardia Indígena repelió uno de los ataques. Capturaron a un hombre. Pero en otras esquinas el fuego cruzado dejó heridos, algunos con balas en la cabeza. Estudiantes, como José David Murcia, cayeron. Otros se lanzaron desde puentes para salvar la vida. Se denuncio a los responsables eran los de una Kia Picanto blanco, un Renault Duster, una Toyota ZPW 163. Se habló y se denunció. Pero nadie respondió.
7 de mayo de 2021 – Cali: Persecución a mujeres defensoras, cuerpos feminizados como blanco de guerra
En La Luna, la noche fue también cacería. Dos mujeres defensoras de la Red FIC asistieron a heridos. Después, una camioneta las siguió hasta el centro médico. Tuvieron que quedarse ahí hasta la madrugada, escondidas entre camillas y miedo.
Las mujeres, durante todo el paro, fueron botín. Violadas, acosadas, tocadas, calladas. Hubo patrones. Hubo sistematicidad. Hubo Estado. La violencia sexual no fue excepción: fue herramienta. Y la impunidad, una orden.
7 de mayo de 2021 – Gachancipá, Cundinamarca: Gas en la casa, niño herido
En Gachancipá, los gases no respetaron muros. Un niño, dentro de su hogar, fue afectado por los químicos lanzados durante la represión. Las ventanas vibraron, los ojos ardieron, la infancia tembló. El Estado disparó sin preguntar, sin cuidar, sin detenerse.
7 de mayo de 2021 – Bogotá: La orden que endureció la represión
Ese día se firmó la Directiva Operativa Transitoria No. 018. El nombre prometía “fortalecer el servicio de policía para garantizar la manifestación pacífica”. Lo que trajo fue más garrote. Más ESMAD. Más sangre. El papel selló la brutalidad con tinta institucional.
7 de mayo de 2021 – Washington: La CIDH alza la voz
Desde lejos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría para la Libertad de Expresión emitieron un comunicado. Advirtieron sobre el uso excesivo de la fuerza y la avalancha de denuncias. Fue una voz en el desierto. Mientras tanto, en Colombia, los disparos seguían marcando la pauta.
8 de mayo de 2021 – Madrid, Cundinamarca: Elvis Alfredo, linchado por el uniforme
Elvis Alfredo Vivas López tenía miedo, pero también compromiso. El primero de mayo fue a la marcha en el barrio El Sosiego, en Madrid, Cundinamarca. Cuando la confrontación estalló, intentó irse. No lo dejaron.
Policías lo cercaron, lo golpearon. Las cámaras de seguridad lo vieron. La calle también. Lo hallaron tirado, con heridas graves. Murió días después en una UCI de Facatativá. La muerte llegó con botas, bolillo y sigilo. Otra vida extinguida en nombre del orden.
8 de mayo de 2021 – Calima Darién, Valle del Cauca: El asalto del ESMAD en El Tablero
En El Tablero, camino entre Restrepo y Buenaventura, tres personas fueron heridas: dos indígenas Emberá Chamí y un campesino. El ESMAD llegó por tierra y aire. No distinguió ni diálogo ni identidad. Fue operación limpia, como las llaman. Otra vez, el poder del Estado contra quienes defienden la tierra.
8 de mayo de 2021 – Cali: Camioneta blanca, fuego contra Univalle
Una camioneta blanca, placas ICU 946, registrada a nombre de Adalgiza Navarrete Racedo, llegó hasta la Universidad del Valle. Los estudiantes estaban en jornada pacífica. La camioneta disparó. Heridos. Terror. Paramilitarismo urbano. La ciudad tomada por sombras sin rostro y con licencia para disparar.
No son casos aislados ni errores operativos. Son crímenes de Estado, ejecutados con precisión, amparados por el silencio y la complicidad de quienes deberían proteger. Las calles del paro siguen hablando, exigiendo memoria, justicia y reparación. Porque mientras no se esclarezcan estos hechos y se rompa el pacto de impunidad, seguiremos repitiendo la historia de un país que dispara contra su juventud y calla a sus mujeres. La vida, la verdad y la justicia no pueden esperar más: Comisión de Esclarecimiento ¡Ya!