La lucha de los últimos Pubenenses contra el exterminio

Por: La Corporación Justicia y Dignidad

 

Antes de la conquista española existían tres grupos indígenas representativos:  los Muiscas, los Taironas y los Pubenenses. Sobre los Pubenenses se sabe que tenían mecanismos centralizados de orden económico, político y religioso; que hicieron una alianza militar al mando del cacique Pubén, que surgió de la necesidad de contar con un ejército permanente para defender la integridad territorial. El cacique Pubén ordenó la construcción de cuatro fortalezas amuralladas situadas sobre los caminos obligados, donde debían acuartelarse tropas indígenas encargadas de repeler la incursión de los Pijaos y Yaporongos. Estos cuatro frentes tomaron los nombres de los caciques Mastales, Pisitao, Yambitará y Guacacallo.

La Confederación Pubenense estaba conformada por los indígenas Coconucos, Guambianos, Totoroes, Paeces, Guanacas, Pijaos y Pubenenses, y conformada por territorios que hoy ocupan los municipios de Popayán, Timbío, Sotará, El Tambo, Rosas, Puracé, Inzá, y Páez. En estos frentes se libraron varias batallas en las cuales los indígenas enfrentaron a los españoles, destacándose en el proceso de resistencia, la batalla de Mastales, Guazábara y Xamundi.

El cacique Payán comandaba las tribus de los Paeces y los Faguas, y fue asesinado en la batalla de Mastales. El cacique Calambás lideró la acción de los Pubenenses en Guazábara, donde murió junto al cacique Yazgüen, los caciques Piendemú, Tálaga, Cobaló y Tumbichucué de la agrupación de los Guambías, el cacique Zénzela de las tribus Toribíos y la Cacica Gaitana de los Paeces. Estos líderes encarnaron la resistencia que los Pubenenses libraron contra los españoles en defensa de su integridad como civilización.

La conquista española provocó una disminución de la población y número de pueblos indígenas, mientras los Pubenenses, Guambianos y Coconucos cayeron en poder de la conquista española, los Paeces, destacados como “guerreros”, fueron derrotados parcialmente por los invasores solo hasta el año 1.610.

Los Pubenenses constituían un cacicazgo de pueblos Nasa que habitaron en el Valle de Pubenza, donde actualmente se ubica la ciudad de Popayán, que incluye el corregimiento de Julumito, lugar donde se encuentra el Resguardo de San José de Julumito. Los Pubenenses eran valientes guerreros que vivían en ranchos de paja, su civilización era superior a las tribus vecinas y contaban con una magnífica organización militar.

La población que habita el Resguardo de San José de Julumito se reconoce como descendientes de los Pubenenses, en consideración a su ubicación geográfica, registro histórico de los apellidos de los pobladores, y también por sus usos y costumbres. Se menciona por un lado que el nombre de Julumito proviene del nombre de un cacique llamado Julumu o Cucumico, mientras que historiadores manifiestan que proviene del Quechua Jucu que significa esclavo. Las primeras familias fueron de apellidos Chamizo, Trujillo, Angucho, Guasca, Yacumal y Lúligo. La comunidad indígena de Julumito viene de un largo proceso para su reconocimiento, y como pueblo indígena se dice que son los últimos Pubenenses.

 

Esta comunidad, los últimos Pubenenses, como se denominan la comunidad del Resguardo San José de Julumito, no tiene tierra a pesar de ser reconocida como Resguardo. La comunidad indígena como tal no cuenta con un espacio que garantice su pervivencia y el normal desarrollo de sus usos y costumbres. Lo anterior debido a un viejo litigio afortunadamente ya superado con la iglesia católica. Desde 1924 el Cabildo Indígena de Julumito en cabeza del entonces gobernador del Cabildo, Don Marcelino Medina, mediante litigio ante juzgado civil solicitó el reconocimiento de unos predios a favor de la comunidad indígena de San José Julumito, pero en dicho litigio se presentó la impugnación y oposición  mediante la excepción al procedimiento interpuesta por la Arquidiócesis de Popayán por cuenta de la Iglesia de San Francisco de Julumito (hoy Iglesia Sagrado Corazón), mediante apoderado judicial doctor Adolfo Córdoba. La iglesia católica argumentaba su oposición en que ésta era la dueña exclusiva de los lotes de terreno objeto de la partición material.

 

Posteriormente, mediante la escritura pública No.242 del 04 de marzo de 1926 de la Notaría Única de Popayán, registrada en los folios 120-120592 y 120-120594 de la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Popayán, se evidencia que las tierras fueron adjudicadas al Cabildo de San José de Julumito, pero estos terrenos fueron entregados en Usufructo al culto y a la educación, siendo la Iglesia Católica la usufructuaria de los predios, pero la comunidad indígena debía conservar la propiedad.

Finalmente, el litigio por estos predios se resolvió a favor de la comunidad indígena, ya que la Parroquia del Sagrado Corazón de Julumito representada por el presbítero Carlos Fernando Sánchez, interpuso demanda de declaración de pertenencia por prescripción extraordinaria de dominio contra el resguardo indígena de Julumito, el 18 de diciembre de 2009. Es decir, la iglesia ya no quería ser usufurctuaria, sino tener la propiedad de los predios de la comunidad indígena. En primera instancia, la Juez Sexto Civil del Circuito de Popayán le dio la razón a la iglesia y declaró el dominio pleno y absoluto por prescripción extraordinaria de dominio a favor de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Julumito de Popayán sobre los terrenos ubicados en la parcialidad de Julumito, sentencia que fue apelada por el cabildo indígena de San José de Julumito y que el Tribunal Superior de Popayán Cauca – Sala Civil revocó, reconociendo los derechos de la tierra a la comunidad indígena. Los predios, como estuvieron en usufructo de la iglesia, hoy ocupan lugares comunes como la escuela, el cementerio, la iglesia, la cancha. Son predios pequeños, que, si bien reconocen la existencia de una comunidad indígena con más de cien años de permanencia en el territorio, no garantizan la pervivencia de la comunidad reconocida como los últimos Pubenenses.

A razón de que se ganó el litigio con la iglesia católica, la comunidad del Cabildo Indígena de la Parcialidad San José de Julumito, inició su proceso de ampliación de Resguardo y está priorizada para la adquisición de la ampliación territorial por parte de La Agencia Nacional de Tierras. El predio de la antigua hacienda El limonar (Balcones), ubicado al occidente de la ciudad de Popayán en el corregimiento de Julumito, lugar donde se han ubicado los últimos Pubenenses, es reconocido por la comunidad indígena como parte de su territorialidad ancestral, y por esta razón, mediante los acuerdos con el Estado, fue priorizado para que se adquiriera por la Agencia Nacional de Tierras a favor de la comunidad indígena. La comunidad indígena manifiesta que comunicó al municipio de Popayán, a la Lonja de Propiedad Raíz de Popayán para que este predio no fuera objeto de negocio jurídico, y así mismo, se firmó un acuerdo con el sindicato de docentes ASOINCA y FE-PROVITEC, que es la empresa inmobiliaria del sindicato, a fin de que se le permitiera a la Agencia Nacional de Tierras la comprar el mencionado predio para dotar de tierras a la comunidad indígena de Julumito en su pretensión de ampliar su resguardo.

ASOINCA y FE-PROVITEC compró el predio que la comunidad indígena había proyectado para el proceso de ampliación de resguardo, desconociendo los acuerdos que existían a fin de garantizar que la comunidad indígena pudiera tener un territorio. Esta situación es responsabilidad de los entes del Estado que se demoraron en los procesos de compra de la tierra. La escritura del predio da cuenta de una compra por cuatro mil millones de pesos, aunque la comunidad indígena manifiesta que el predio en realidad fue comprado por nueve mil millones de pesos, en la actualidad ASOINCA oferta este predio por quince mil millones de pesos, suma que no pagará en efecto la Agencias Nacional de Tierras y por eso cada vez se ve más lejos la posibilidad de que esta comunidad indígena pueda acceder a la tierra para su pervivencia.

Los docentes de ASOINCA se defienden, manifiestan que el predio fue comprado con sus recursos, que fue un negocio legal, y señalan que la comunidad indígena está impidiendo el ejercicio de su derecho a la posesión sobre dicho inmueble. Señalan a la comunidad indígena como invasores que los atacan con papas bombas y cohetones. Los docentes manifiestan que han puesto las denuncias y que la fiscalía va capturar a los dirigentes indígenas. Por su parte, los indígenas manifiestan que los docentes usan armas de fuego para impedir su ingreso al lugar, y se mantienen en la posición de que esa finca debe ser objeto de ampliación de su resguardo por ser territorio ancestral. El conflicto ya ha escalado a medios de comunicación en donde los docentes hacen graves acusaciones y la comunidad indígena denuncia amenazas de grupos al margen de la ley. Ya se han presentado desplazamientos de al menos veinte familias indigenas como consecuencia de los señalamientos de ASOINCA.

El negocio inmobiliario de compra de predios para lotear eleva de manera abrupta el costo del valor de la tierra rural en la ciudad de Popayán, generando con ello el denominado proceso de gentrificación rural, que consiste en elevar el precio de los predios dificultando que comunidades campesinas e indígenas puedan acceder a la tierra en el periurbano de Popayán, consolidándose una especie de despojo.

La Agencia Nacional de Tierras y los demás entes competentes, con la demora en los procesos de compra de tierra para las comunidades indígenas, son los únicos responsables de que se generen este tipo de conflictos interétnicos o sociales, porque estamos en presencia de un conflicto entre un gremio sindical y el movimiento indígena del Cauca. Por eso, el Estado debe resolver en justicia todas las afectaciones que ha causado a las partes. El gremio sindical docente y las comunidades indígenas deben ser conscientes que quienes disfrutan y sacan provecho de este conflicto son los terratenientes y la elite payanesa y caucana.

Mientras se resuelven las disputas territoriales  podemos manifestar con mucha tristeza que el ultimo pueblo Pubenense aún no tiene tierra y todo este conflicto lo llevará aún más por los derroteros del exterminio.