Ahora que el gobierno habla de un segundo estallido social, no puede permitirse el lujo de olvidar el primero. Porque allí, en las calles que sangraron, en las madres que todavía buscan, en los jóvenes con el rostro tatuado de miedo, sigue latiendo un país que no ha sanado. No puede haber revolución sin memoria, ni cambio sin justicia. No se puede hablar de transformaciones mientras las víctimas del primer grito colectivo siguen esperando que alguien les devuelva el nombre, el cuerpo, la dignidad.
17 de mayo de 2021 – Bogotá, Colombia- Informe Oficial sobre Violaciones en el Marco de la Protesta
En los escritorios de la Fiscalía y la Defensoría se redactan comunicados, no verdades. Allá, entre corbatas y aire acondicionado, anotaron que fueron siete muertos y mucho vandalismo. No más. No dijeron nada del niño que perdió un ojo, ni del joven que no volvió a su casa. Tampoco hablaron de las cárceles improvisadas ni de los golpes que no salen en los noticieros. Las cifras oficiales son frías porque no sienten, y porque quienes las firman nunca han tenido que correr con miedo por la Séptima, ni esconderse en una panadería. Afuera, en cambio, la memoria se tejía en redes y cuadernos, con nombres y lágrimas. Una verdad camina en las calles, la otra se encierra en oficinas con membrete.
17 de mayo de 2021 – Bogotá, carrera séptima con calle 21- Lesiones Personales y Persecución en Bogotá
Cuando cayó la noche, también cayó la electricidad. Apagaron las luces, como si al quitarles el brillo a los postes pudieran tapar los disparos. El ESMAD llegó sin decir palabra y disparó sin preguntar. A Johnatan Giraldo lo marcaron con plomo, y esa herida le quedó en el pecho y en el alma. No lo dejaron llegar al hospital tranquilo. Lo persiguieron como si fuera delincuente, como si curarse fuera un delito. Dicen que también había hombres sin uniforme, armados, disparando con la venia de los escudos. La violencia no caminaba sola: iba tomada de la mano con la impunidad.
17 de mayo de 2021 – Yumbo, Valle del Cauca-Represión Militarizada y Graves Violaciones a los Derechos Humanos
En Yumbo, el amanecer se volvió guerra. Las tanquetas bajaron por las calles como si vinieran a tomar un pueblo enemigo. No había frontera, no había trinchera. Sólo casas humildes y gente que gritaba por pan y dignidad. Los gases entraron por las ventanas, los disparos por las puertas. A un joven con discapacidad lo hirieron buscando a su hermano. En los hospitales, el miedo era más grande que el dolor. Nadie quería ser curado si eso significaba ser capturado. Los indígenas Nasa estaban allí, como siempre: resistiendo. A uno lo bajaron del carro a golpes, a otra le intentaron arrancar la dignidad en plena calle. Las tanquetas no sólo disparaban, también filmaban. A los encapuchados los armaron para que justificaran la represión. Y cuatro jóvenes no volvieron a ver el sol. En Yumbo, la protesta fue enterrada con plomo.
17 de mayo de 2021 – Cartago, Valle del Cauca-Represión y Violencia Estatal Contra la Población
En Cartago, la represión fue puntual, como una carta enviada desde Yumbo. Llegó con gases, con motos, con gritos. Era la lección del miedo. Pero también hubo resistencia, solidaridad, vecinas que abrían las puertas, enfermeros que atendían sin preguntar. La comunidad entendió que la represión no era local: era nacional. Y que el silencio también mata. Por eso exigieron, entre el humo y la rabia, que pararan la masacre.
18 de mayo de 2021 – Cali – Homicidio- Julio César Caicedo Salguero
Julio César no quería pagar un peaje ilegal. Iba en moto, se bajó, caminó, y un joven armado le disparó cinco veces. Cayó en seco, en el asfalto de Calimío. Su familia cargó el cuerpo hasta el hospital porque ni la policía quiso entrar al barrio. Así lo mataron: por caminar libre en una ciudad sitiada por el miedo.
18 de mayo de 2021 – Puerto Madera, Cali- Represión con disparos y heridos
A las 7:50 de la noche, en Puerto Madera, la protesta se hacía con cacerolas. Entonces llegaron dos hombres en moto y dispararon sin mirar. Dos jóvenes cayeron. Al principio nadie entendía. Después, la rabia fue más clara que la pólvora. No era casual: era mensaje.
18 y 19 de mayo de 2021 – Bajo Cauca, Antioquia- Represión violenta contra protesta campesina, indígena y minera
En el Bajo Cauca, los campesinos, los indígenas y los mineros caminaron juntos por sus derechos. Marchaban por la tierra, por la vida, por el derecho a existir. Pero la respuesta fue plomo, gas caducado, represión sin rostro. Mandaron infiltrados a dañar la protesta, a romper la palabra. A los líderes los marcaron, a los niños los hirieron. El Estado se disfrazó de enemigo.
19 de mayo de 2021 – Bucaramanga, Santander- Represión con heridos graves
Un joven corría. Atrás venía el Esmad. Le dispararon un gas directo al rostro. Cayó. Tenía la cara rota, la piel quemada. Nadie lo ayudó. Esa noche, Bucaramanga entendió que el dolor no se improvisa: se planifica.
19 de mayo de 2021 – Barrancabermeja, Santander- Uso ilegal de establecimientos comerciales para detenciones y violaciones a derechos humanos
Las tiendas de barrio se volvieron cárceles. Las fincas, centros de detención. Allí metían a los jóvenes, sin orden, sin juez. Los defensores de derechos humanos no podían entrar. Eran tratados como enemigos. En el barrio Boston, el miedo era la nueva moneda. Y las armas, el nuevo idioma.
19 de mayo de 2021 – Usme, Cundinamarca, Ciudad Bolívar- Represión generalizada y afectación a civiles
En Usme y Ciudad Bolívar, la guerra entró por las ventanas. El gas durmió con las familias. A los niños les ardían los ojos, a las abuelas se les cortaba la respiración. Cortaron la luz, tumbaron puertas, persiguieron a quienes daban agua o refugio. No buscaban vándalos: buscaban sembrar terror.
19 de mayo de 2021 – Cali- Represión con asesinatos y violencia sexual
A Angie Johana Valencia la mató una bala que entró al Éxito sin pagar. En Puerto Madera, volvieron los disparos desde motos. Mujeres fueron agredidas sexualmente. Callaron, porque el miedo también aprieta la garganta. En Calipso, los médicos eran acosados por ayudar. Ni la salud fue neutral.
19 de mayo de 2021 – Varias localidades- Represión y hostigamiento a defensores de derechos humanos
A los que defendían la vida les lanzaron gases vencidos, los golpearon, los siguieron. Les dijeron guerrilleros, les dijeron bandidos. Pero eran los que buscaban a los desaparecidos, los que cargaban listas y fotografías. En esos días, defender derechos humanos era ponerse una cruz en la espalda.
Hoy, cuando el gobierno de Gustavo Petro habla de un segundo estallido social, debe tener claro que el primero no ha terminado. Que la herida sigue abierta. Que la dignidad no se repara con discursos. Que no hay revolución sin justicia ni justicia sin memoria. Las víctimas del 2021 no son parte del pasado: son el presente incómodo que exige respuestas. No basta con reconocer la represión: hay que hacer justicia. Porque si no se escucha a los que sangraron por un país mejor, la historia volverá a gritar. Y esta vez, con más fuerza.
¡Comisión de esclarecimiento ya!