La comunidad indígena de San José de Julumito sigue enfrentando un proceso discriminación y de despojo. Recientemente, durante un procedimiento de clarificación de resguardo realizado por la Agencia Nacional de Tierras en los terrenos pertenecientes al cabildo indígena, que incluyen la escuela, la cancha, el cementerio y el puesto de salud, tanto funcionarios gubernamentales como miembros de la comunidad fueron objeto de maltrato e insultos racistas. Se repitió constantemente la denigrante frase de que “esos indios quieren todo regalado”. Es importante resaltar que la sala civil del Tribunal Superior de Popayán en proceso de declarativo de pertenencia presentando por la Iglesia Católica, decidió que esos predios por su carácter ancestral son de la Comunidad Indígena de San José de Julumito.
Esta situación se deriva de un contexto más amplio de violencia y segregación racial en el corregimiento de Julumito, zona rural de Popayán. Desde que la empresa Asoinca-Provitec se apoderó de los terrenos de Hispala y Limonar-Balcones, las agresiones contra los indígenas locales han aumentado. La presencia de esta empresa ha agudizado los conflictos territoriales y ha generado un clima de hostilidad hacia la comunidad indígena.
La gentrificación rural impulsada por Asoinca-Provitec en el corregimiento de Julumito y otras zonas rurales de Popayán ha sido especialmente perjudicial, exacerbando las tensiones en la región. La gentrificación rural visibiliza los procesos de transformación en la tenencia de la tierra en espacios rurales que pasan de estratos bajos a medios y altos, llevando a la transformación de su composición social, es decir un proceso de exterminio de población campesina e indígena en dichos territorios, por tanto, la no producción de alimentos para abastecer la ciudad.
Además, la presencia de grupos armados ha agravado la situación, amenazando y hostigando a los líderes del cabildo indígena. Desde el 2023, se han registrado amenazas por parte del ELN mediante panfletos contra los líderes indígenas, y en los meses de abril y mayo de 2024, se han producido incursiones armadas que han obligado al desplazamiento forzado de las autoridades tradicionales de la comunidad.
Pero para el común de la gente, incluido los afiliados de Asoinca-provitec— docentes agremiados encargados de la educación de Popayán— los indígenas del Cabildo de San José de Julumito son unos“indios invasores y quieren todo regalado”, desconociendo que esos predios de los que se han apropiado, son ancestrales y llevan consigo la memoria indígena Pubenense de la ciudad de Popayán.
La comunidad de San José de Julumito, situada a 7 km del municipio de Popayán en el noroccidente de la cabecera municipal, es un asentamiento modesto con aproximadamente 150 habitantes de ascendencia julumiteña, según la antropóloga y exgobernadora indígena Lourdes González, con una presencia significativa de otras etnias relacionadas por parentesco.
El proceso de poblamiento especial ha sido una constante a lo largo de los años, remontándose a la llegada de los ibéricos. Según Carlos Vergara Cerón, los antepasados Pubenenses arribaron a las costas caucanas utilizando las mismas vías de acceso que hoy existen, especialmente marítimas. Los Pubenenses, de origen polinésico según Vergara, se distinguían por sus rasgos finos, proporciones agradables y la ausencia de rituales caníbales, además de su preocupación por la estética. Aunque preferían los climas fríos, se destacaban como músicos, legado que perdura en las chirimías, populares en la región. Antes de la guerra, se pintaban con achiote, una práctica aún presente en su gastronomía.
Este autor menciona la existencia del cacique Julumito, cuyo territorio abarcaba gran parte de la meseta, con límites delineados por los ríos que hoy bordean Popayán: Cauca, Ejido y Molino: “A demás se habla de la existencia del locuaz aborigen Julumito, con sus fantásticos relatos en Latacunga sobre las bellas condiciones de la planicie de Pubenense, este convenció a Belalcázar para ordenar la expedición de sus capitanes inmediatamente, obrando en ellos con tanta precipitud, debido a los encantadores paisajes que les pintaba con calor el sonreído indio, que extremeño, no alcanzo a solicitar el permiso de su jefe, el capitán Francisco Pizarro”
El archivo histórico del Cauca alberga documentos de encomiendas del Pueblo de Julumito desde el siglo XVII, indicando que formaban parte del gran pueblo Pubenense en la planicie de Popayán. Los Julumitos estaban sujetos al pago de impuestos a la corona española mediante la encomienda, como lo confirman censos y correspondencia oficial de la época. Esta información fue suministrada por la Agencia Nacional de Tierras, la Gobernación del Cauca y el Ministerio del Interior a la Comunidad. Quienes han reconocido que existe una territorio ancestral del pueblo de los Julumitos.
En 1920, el concejo municipal reconoció el padrón de familias indígenas en Julumito, contabilizando 90 familias. Desde 1924, el Cabildo Indígena de Julumito, liderado por Marcelino Medina, emprendió acciones legales para el reconocimiento de tierras comunitarias, enfrentando la oposición de la Arquidiócesis de Popayán, que reclamaba propiedad sobre los terrenos.
En 1926, se adjudicaron las tierras al Cabildo de San José de Julumito en usufructo para la Iglesia Católica, aunque la comunidad indígena conservaba la propiedad. A lo largo de los años, surgieron disputas sobre la propiedad de las tierras, lo que llevó al cabildo indígena a parcelarlas equitativamente entre los comuneros indígenas para preservarlas. Es decir por la presión de la iglesia católica, la comunidad indígena se disolvió mediante la parcelación de su territorio.
La población del Resguardo de San José de Julumito se identifica como descendientes de los Pubenenses. A pesar de la segregación racial, buscan afirmar su identidad como descendientes de los Julumitos, basándose en su ubicación geográfica, apellidos históricos y tradiciones. Las primeras familias portaban apellidos como Chamizo, Trujillo, Angucho, Guasca, Yacumal y Luligo.
En su resistencia contra la segregación y el exterminio, la comunidad se aferra a su historia como pueblo de los Julumitos y lucha por el restablecimiento de sus derechos territoriales.
Por: Sofía López Mera, abogada y periodista, defensora de derechos humanos de la Corporación Justicia y Dignidad.